¿Entrenas duro, haces todo lo que toca… pero sigues estancado?
En el mundo del entrenamiento funcional intenso, el progreso no solo depende de cuánto sudas, sino de cómo te recuperas. Aquí es donde la combinación de masaje y entrenamiento funcional entra como un aliado clave para avanzar de verdad.
En este artículo exploramos cómo combinar masaje y entrenamiento funcional puede ayudarte a rendir mejor, evitar lesiones y avanzar con más consistencia, sin necesidad de forzar más tu cuerpo.
El entrenamiento funcional intenso y su impacto en tu cuerpo
No es solo exigente, también deja huella
El entrenamiento funcional trabaja grandes grupos musculares, exige estabilidad, coordinación y un esfuerzo cardiovascular alto. Todo esto genera:
- Microrroturas musculares.
- Acumulación de fatiga.
- Tensión en zonas clave como hombros, glúteos y core.
Si no se gestiona correctamente, esa carga se transforma en rigidez, molestias y falta de rendimiento.
El papel del masaje en la recuperación funcional
Mucho más que relajación
Cuando hablamos de masaje y entrenamiento funcional, no hablamos de spa ni de desconectar con música zen. Nos referimos a una herramienta activa de recuperación muscular y mejora del rendimiento.
Un masaje deportivo bien aplicado puede:
- Acelerar la eliminación de residuos metabólicos como el ácido láctico.
- Reducir tensiones que limitan el movimiento.
- Detectar zonas sobrecargadas antes de que se conviertan en lesión.
- Mejorar la percepción corporal y facilitar el control motor.
¿Qué tipo de masaje es ideal para ti?
Según tu momento de entrenamiento
- Pre-entreno: masaje breve, activador, que prepara la musculatura sin fatigarla.
- Post-entreno: masaje profundo y lento, centrado en soltar, drenar y recuperar.
- Día de descanso: sesión completa para regenerar tejidos y prevenir sobrecargas.
Beneficios reales de combinar masaje y entrenamiento funcional
¿Por qué marca la diferencia?
1. Prevención de lesiones
Identifica y corrige sobrecargas antes de que se conviertan en problemas.
2. Mayor movilidad
Desbloquea zonas rígidas y mejora la calidad del movimiento.
3. Mejor rendimiento
Un cuerpo libre de tensiones rinde más con menos esfuerzo.
4. Recuperación más rápida
Reduce la duración y la intensidad del dolor post-entreno (DOMS).
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Ejemplo práctico 1: Iker y sus progresiones estancadas
Iker entrenaba 4 veces por semana, pero no podía aumentar peso en sentadillas ni mejorar sus dominadas. Un análisis corporal reveló tensión acumulada en glúteos y dorsales. Tras tres sesiones de masaje deportivo, su movilidad mejoró y sus marcas también.
Ejemplo práctico 2: Lucía y sus molestias en hombros
Lucía llevaba meses arrastrando molestias al hacer overhead press. No se había lesionado, pero sentía tope y rigidez. Al recibir masaje específico en la cintura escapular, combinándolo con movilidad, recuperó amplitud sin dolor y volvió a entrenar con confianza.
¿Cómo saber si necesitas incluir masaje en tu rutina?
Señales de alerta que no deberías ignorar
- Dolores persistentes o que “van y vienen”.
- Fatiga excesiva tras entrenamientos normales.
- Movimientos que antes hacías con fluidez y ahora cuestan.
- Rigidez articular o muscular al empezar el entrenamiento.
Si te suena familiar, tu cuerpo te está pidiendo atención.
Cuida lo que no se ve para avanzar de verdad
Tu progreso no solo depende de entrenar más fuerte. También depende de cómo tratas a tu cuerpo entre sesiones.
Incluir el masaje como parte de tu rutina puede ser el factor clave para romper estancamientos, sentirte mejor y rendir con continuidad.
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